Reportando desde Washington.
Colaboración de: Peter Baker y Katie Rogers
En un discurso de despedida y dirigido a la nación, a pocos días antes
de ceder el cargo advirtió que podría ser un poder descontrolado y señaló que
en el país estaba surgiendo una “oligarquía” de ultrarricos.
“Hoy se está configurando en Estados Unidos una oligarquía de extrema
riqueza, poder e influencia que amenaza literalmente toda nuestra democracia,
nuestros derechos y libertades básicos y una oportunidad justa para que todos
salgan adelante”, dijo Biden.
Aunque Biden no nombró explícitamente a Trump, sus declaraciones fueron
directas a la tensión en el seno de la gestión entrante, en la que
multimillonarios como Elon Musk están en condiciones de ejercer una enorme
influencia durante los próximos cuatro años. ¿Son realmente populistas
decididos a conmocionar el gobierno en beneficio de los trabajadores a quienes
la clase dominante ha olvidado? ¿O solo son multimillonarios disruptivos que
quieren enriquecerse?
La advertencia de Biden sobre la formación de una oligarquía no elegida
recuerda a una similar del presidente Dwight D. Eisenhower, quien habló del
complejo militar-industrial en su discurso de despedida. La versión de Biden se
refería al “complejo tecnológico-industrial”, en el que advertía de la erosión
de la propia verdad, provocada por las plataformas de redes sociales sin
control —una referencia a la eliminación de los verificadores de datos en Meta
esta semana— y la inteligencia artificial.
“Los estadounidenses están siendo sepultados bajo una avalancha de
desinformación e información falsa que permite el abuso de poder”, dijo Biden.
El saliente mandatario, quien ha pasado meses promocionando su historial
y sus logros, casi no lo hizo en su discurso del miércoles. En su lugar, dedicó
más tiempo a instar a los estadounidenses a seguir participando en el proceso
democrático y a seguir luchando por el progreso en ámbitos como la lucha contra
el cambio climático.
“Las fuerzas poderosas quieren ejercer su influencia sin control para eliminar
los pasos que hemos dado para abordar la crisis climática, para servir a sus
propios intereses de poder y ganancia”, dijo. “No deben intimidarnos para que
sacrifiquemos el futuro, el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos.
Debemos seguir tirando hacia adelante y hacerlo más rápido”.
En muchos sentidos, el discurso culminó no solo sus cuatro años en la
Casa Blanca, sino el más de medio siglo de servicio público de Biden, quien
creció en una era política que ya no existe. También fungió como alegato para
que el país recuerde sus raíces mientras él deja el cargo que ha codiciado
desde que era joven.
“Tras 50 años en el centro de todo esto, sé que creer en la idea de
Estados Unidos significa respetar las instituciones que rigen una sociedad
libre”, dijo.
“Puede que nuestro sistema de separación de poderes, controles y
equilibrios no sea perfecto”, dijo, “pero ha mantenido nuestra democracia
durante casi 250 años, más tiempo que cualquier otro país de la historia que
haya intentado un experimento tan audaz”.
Biden pidió que se impongan límites de mandatos, una reforma ética de la
Corte Suprema y la prohibición de que los miembros del Congreso comercien con
acciones.
Además, hizo un llamamiento para que se introduzcan cambios que protejan
contra la reciente decisión de la Corte Suprema que otorga a los presidentes
una gran inmunidad, que Trump ha tratado de utilizar para eludir varios cargos
penales y que podría protegerlo mientras promete represalias y otros actos
autocráticos durante su mandato.
“Tenemos que reformar la Constitución para dejar claro que ningún
presidente es inmune a los delitos que cometa durante su mandato”, dijo Biden.
En sus últimos días y semanas en el cargo, Biden ha estado intentando
cimentar un legado como presidente transformativo que estabilizó la política
nacional al tiempo que reforzó el liderazgo de Estados Unidos en el mundo.
Horas antes del discurso del miércoles por la noche, Biden reforzó su historial
en política exterior al anunciar que Israel y Hamás habían aceptado un acuerdo
que propuso la primavera pasada para un alto al fuego en Gaza.
Pero es profundamente impopular. Incluso el lugar del discurso, detrás del
escritorio Resolute del Despacho Oval, es un recordatorio de que Biden no sale
como habría querido. El último discurso que pronunció allí en horario de máxima
audiencia fue su explicación, en julio, de por qué abandonaba la contienda
presidencial, presionado por su propio partido a medida que aumentaban las
dudas sobre su edad y su idoneidad para otro mandato.
Biden reconoció que muchas de sus políticas no habían creado impacto en
los estadounidenses. “Llevará tiempo sentir el pleno impacto de todo lo que
hemos hecho juntos”, dijo. “Pero las semillas están plantadas, y crecerán y
florecerán por décadas”.
Sin embargo, la semana pasada, se mostraba desafiante sobre la campaña
presidencial y afirmó que creía que podría haber vencido a Trump y que su
decisión de abandonar estaba motivada por su deseo de unificar al Partido
Demócrata.
Biden ha dicho a los donantes que tiene intención de seguir participando
en el partido. La semana pasada, cuando le preguntaron qué papel pensaba asumir
tras la presidencia, respondió: “No estaré oculto ni pasaré desapercibido”.
Biden habló durante unos 17 minutos, siguiendo una tradición de
discursos de despedida que se remonta a George Washington. En 2021, Trump,
aislado políticamente y enfrentado a un juicio político tras el ataque del 6 de
enero contra el Capitolio por parte de una turba de sus partidarios, dijo a
quienes se habían reunido para verlo despegar de la pista de la Base Conjunta
Andrews, en Maryland: “Adiós. Los queremos. Volveremos de alguna forma”.
Al despedirse el miércoles por la noche, Biden llamó a su familia,
incluido su hijo Hunter Biden, quien se encontraba en el Despacho Oval junto
con su esposa y su hijo, así como Finnegan Biden, una de las nietas del
presidente. “Son el amor de mi vida y la vida de mi amor”, dijo.
La vicepresidenta Kamala Harris y el segundo caballero también
estuvieron presentes cuando Biden culminó su discurso. Calificó a Harris de
“compañera increíble” y dijo que ella y su esposo se habían convertido en “como
de la familia”.
“Ahora les toca a ustedes montar guardia”, dijo Biden. “Que sean los
guardianes de la llama. Que mantengan la fe. Amo a Estados Unidos. Ustedes
también la aman. Que Dios los bendiga a todos. Que Dios proteja a nuestros
soldados. Gracias por este gran honor”.
Fuente: El Times.
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