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martes, 6 de marzo de 2007

Los secretos de la Casa Blanca



Richard Allen Greene BBC, Washington

Lewis Libby (en la grafica) fue jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney.
Uno de los juicios más importantes de los últimos años en Washington ha finalizado con el veredicto de culpable a un alto funcionario de la Casa Blanca.
Para cuando el veredicto se hizo público, la culpabilidad o la inocencia de Lewis "Scooter" Libby, quien un día fue uno de los colaboradores más próximos del vice presidente Dick Cheney y uno de los más altos funcionarios de la Casa Blanca jamás enjuiciado, ya era irrelevante.
Lo más importante de todo este proceso, afirma Laurence E. Walsh, fiscal especial que investigó a la administración Reagan por el escándalo Irán-Contra hace 20 años, fue poder conocer desde dentro los tejes y manejes de una Casa Blanca bajo asedio.
"Arrojar luz sobre este tipo de pequeños detalles de vez en cuando es muy importante. De otro modo (los gobiernos) hacen lo que quieren. Más de lo que ya lo hacen", explicó Walsh a la BBC.
Discurso teatral
El drama judicial reveló los entresijos de una Casa Blanca bajo asedio por una de las razones ofrecidas para atacar a Irak.
La situación se complicó más y más todavía, fuera del control de la Casa Blanca, enfrentando al vice presidente y a su ayudante con otros funcionarios de Bush.
Todo ello en medio de la confusión por negar la responsabilidad sobre las filtraciones a la prensa y los ataques a los críticos.

El escándalo comenzó cuando la administración Bush dijo tener pruebas de que Saddam Hussein había intentado comprar en Níger uranio para construir una bomba nuclear.
Joseph Wilson, ex integrante del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., viajó a Níger en 2002 para investigar estas informaciones.

Los investigadores acusaron a Libby de mentirles e intentar obstruir la investigación.
Wilson declaró a su regreso que no creía en la veracidad de esos informes, debilitando así los argumentos de Bush de que el entonces presidente iraquí planeaba fabricar una bomba nuclear.
A pesar de las declaraciones de Wilson, Bush se refirió específicamente a un posible nexo Hussein-Níger en su discurso a la nación en enero de 2003.
Poco más de una semana después, el periodista Robert Novak dijo en una de sus columnas que un "alto funcionario" le había informado que el viaje de Wilson había sido instigado por su esposa, Valerie Plame, "una empleada de la CIA que trabaja en armas de destrucción masiva".
Con este artículo, se reveló la identidad de un agente secreto, algo que constituye un delito federal.

Por esa razón, el departamento de Justicia de EE.UU. inició una investigación para averiguar quién había revelado la identidad de Plame.
Los fiscales nunca acusaron a nadie sobre la filtración, pero acusaron a Libby de mentirles e intentar obstruir la investigación.

"Disgustado" por el ataque

Ello provocó un proceso en el que funcionarios y ex funcionarios de la Casa Blanca testificaron que el vice presidente Cheney había estado muy interesado en las críticas de Wilson.
Cheney estaba "disgustado" y "preocupado", les dijo Libby a los investigadores.
Alguno de los colaboradores de Cheney y Libby declararon que éstos intentaron conseguir más información a cerca de Wilson. Aparentemente, con el fin de encontrar algo que pudiera darse a conocer a manera de "castigo" por haber cuestionado las intenciones de invadir Irak.
Es así que Libby habló con un cierto número de personas, periodistas entre ellos, sobre la conexión entre Wilson, su mujer y la CIA.

Los abogados de Libby afirmaron que su cliente terminó siendo el chivo expiatorio por los errores cometidos por otros miembros de la Casa Blanca más cercanos al presidente.
Por su parte, la acusación dijo que Libby había llevado a cabo el trabajo sucio de su jefe y que después había mentido para borrar las evidencias.

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