Así ve la prensa Internacional a Colombia
En la gráfica el Presidente Alvaro Uribe, acompañado del vicepresiodente Francisco Santos y del Ministro de Defensa Juan Manuel Santos
sábado, 19 de mayo de 2007
Entre el hastío y el desconcierto se debate el país.
Abundan los escándalos, proliferan las malas noticias, el nombre de Colombia en el mundo se sigue deteriorando, la legitimidad del Congreso es una quimera, crecen los señalamientos contra altos dignatarios del Estado o las Fuerzas Militares, el auge económico de los últimos tiempos se desdibuja por extrañas señales, la pugnacidad política aumenta de tono. Parece un lugar común, pero cada día son más los que lo comparten: estamos en crisis.La imagen del presidente Uribe Vélez se mantiene en las encuestas, pero sus principales colaboradores no gozan del mismo prestigio. Incluso entre influyentes dirigentes políticos de la denominada alianza uribista, cada vez son más las voces que piden un gabinete de alto perfil y óptimas relaciones internacionales. Muchas verdades ocultas están saliendo a flote, pero la misma polarización social, a su manera, las clasifica como confesiones auténticas o calumnias estratégicas. Las instituciones crujen.No faltan quienes atribuyen la crisis a descontextualizadas filtraciones de la prensa e incluso, en algunos círculos sociales, empieza a sentirse apatía por conocer los detalles de los secretos que se revelan. Pero no hay cortinas de humo que aguanten.
El denominado proceso de la parapolítica terminó por convertirse en un alud de nieve que cada día arrastra más líderes a su paso y, como lo reconoció el propio vicepresidente Francisco Santos durante su intervención en la celebración de los 45 años de Andiarios, “durante un tiempo la cosa empeorará”.¿Hasta cuándo? Es la pregunta obligada. ¿Y qué puede pasar o qué consecuencias dejará la crisis mientras declina el escándalo? En opinión del politólogo de la Universidad del Rosario Rubén Sánchez, están saliendo a la luz pública verdades muy dolorosas, pero lo único que puede hacerse es tramitarlas.
“A Colombia hoy le pasa como cuando una persona está enferma y se llega al punto extremo de establecer si el paciente se muere o se salva”. Pero hay que aplicar los remedios para salir del pantano.Por eso, desde todos los sectores, por contradictores que ellos sean, se plantea una solución común: blindar de amplias garantías a la justicia. Este es su momento histórico, no sólo para castigar ejemplarmente a quienes cohonestaron con la multiplicación del paramilitarismo en Colombia, sino para que la Ley de Justicia y Paz demuestre que sí es un instrumento válido para contribuir en la solución del conflicto armado y no representa una patente de corso para asegurar la impunidad judicial.De hecho, el propio jefe paramilitar Salvatore Mancuso, quien esta semana puso a temblar al país con su ventilador judicial, con cierta razón lo reconoció recientemente: “Si fracasa el proceso de paz, la política de seguridad democrática colapsará, la desconfianza en las instituciones de seguridad crecerá y el país entrará en una espiral de violencia de proporciones incalculables”.
En la práctica, este alarmante escenario puede no estar lejano si se reconoce que en muchas regiones se están rearmando ejércitos paramilitares.La columna vertebral de la estabilidad social, pese a las implicaciones que ya está causando y que amenaza con recrudecer, es sin duda persistir en la verdad. Como lo advierte la politóloga de la Universidad de los Andes Elizabeth Ungar, “sería peor que este proceso no llegara hasta el fondo.
El daño al país sería irreparable”. Por eso, parte de la solución de la crisis es aceptar que el escándalo de la parapolítica apenas está comenzando y no hay que confundir el proceso con un desastre total.Eso sí, pese a los esfuerzos oficiales por bajarle el tono, es evidente la crisis, y dos claros síntomas son la improductiva gestión del Congreso y los difíciles trances del frente externo. En otras palabras, las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo se están deteriorando cada vez más y esta tendencia apunta a intensificarse en la medida en que se acerquen las elecciones de octubre. Simultáneamente, es evidente el cambio en las relaciones con Estados Unidos por sus mayorías demócratas.Si bien importantes publicaciones del mundo como El País de España o el Washington Post han respaldado al país y al Gobierno, la búsqueda de soluciones no puede circunscribirse a trabajar la política exterior con exclusividad en el tema Estados Unidos. En las actuales circunstancias, dada la fragilidad de las fronteras en asuntos de orden público, es prioritario evitar que las relaciones con Venezuela y Ecuador puedan deteriorarse.
No faltará quien así lo busque y ese factor puede recrudecer la crisis.La confianza no está perdida, los grupos de poder lamentan el mal momento político, pero creen que puede superarse. En buena medida, además de la necesidad de que se reconfigure y se robustezca el sistema electoral y las formas de financiación de los partidos, la clave es también que se mantenga el crecimiento económico. El año pasado se alcanzó un histórico 6,8 por ciento en el crecimiento del Producto Interno Bruto y, en general, los inversionistas externos confían en el presente de Colombia.Es más, los ajustes fiscales del Gobierno han sido bien vistos por las organizaciones multilaterales de crédito y, según los entendidos, el país está a punto de lograr el denominado grado de inversión en los mercados internacionales, circunstancia que le podría permitir la reducción del costo de la deuda externa y atraer capitales de inversión a mediano y largo plazo. Sin embargo, el tema de la revaluación del peso debería suscitar un análisis más consciente de sus posibles efectos económicos.
En términos generales hay consenso de que la revaluación es producto del desmedido ingreso de dólares al país y del auge de capitales especulativos para inversión en bolsa. No obstante, el Banco de la República le ha venido insistiendo al Gobierno en que recorte el gasto público, porque de no hacerlo va a tener que endeudarse, ingresarán más dólares, y los exportadores seguirán en crisis. Hay quienes dicen que el Ejecutivo lo hace para mantener su imagen en medio de la tormenta política, y el Gobierno se defiende argumentando que el auge de la economía lo permite.Las críticas van y vienen y el factor internacional vuelve a atravesarse porque en el fondo de las expectativas despunta el TLC con Estados Unidos. Y vuelve y juega el círculo político, porque este tema es precisamente uno de los caballitos de batalla de la oposición al Gobierno.
Todo está muy revuelto y se requieren más consensos que agresiones. La crisis es inocultable y el presidente Uribe, parcialmente a salvo de los escándalos, debe ser el primero en salir a conjurarla. ¿Será posible que lo haga sólo con sus aliados?LOS HECHOS DE LA SEMANA QUE CAUSARON LA CRISIS1.
Parapolítica: Además de 13 congresistas detenidos por nexos con los paramilitares, uno prófugo y otros más en turno ante la Corte Suprema de Justicia, la mayoría de la coalición uribista, el escándalo tocó esta semana al vicepresidente Francisco Santos y al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, acusados por Mancuso de reuniones clandestinas y conspiraciones. 2. Lío internacional: A pesar del aparente respaldo al presidente Uribe, el TLC tambalea en Estados Unidos, donde los demócratas exigen explicaciones por lo de la parapolítica. Diarios como El País de España habla en sus editoriales de “las cloacas colombianas” y Venezuela pide rectificación por la “declaradera” de los ministros colombianos en su contra.3. Caos Legislativo: Los nervios se han apoderado de la bancada uribista en el Congreso, en momentos en que se tramitan proyectos clave para el Gobierno, como las reformas a las transferencias. Esta semana, por falta de quórum no se pudieron votar la reforma política para asegurar la transparencia de las elecciones de octubre y la penalización de la dosis mínima. 4. Orden público: Los escándalos por las ‘chuzadas’ telefónicas a miembros de la oposición política menguan la confianza ciudadana en las Fuerzas Militares. Los recientes ataques de las Farc en Santander y el Valle del Cauca muestran una guerrilla con capacidad desestabilizadora, a pesar de los más de 55 billones invertidos en la seguridad democrática.5. La economía: La inflación no da tregua y el precio del dólar se desploma, a pesar de las medidas de urgencia adoptadas por el Banco de la República.
El crecimiento económico no se ha visto reflejado en el mejoramiento del empleo y las críticas sobre el manejo del gasto público arrecian. Aumenta el inconformismo sobre el desempeño del Ministro de Hacienda.Estaba previstoFrancisco Santos / Vicepresidente de la República“No hay nada de lo que está ocurriendo ahora en Colombia que no estuviera previsto en los presupuestos, cuando iniciamos el proceso con las autodefensas y la vida de la Ley de Justicia y paz”.Reto parlamentarioCarlos Holguín Sardi / Ministro del Interior y Justicia“El Congreso tiene que mostrar hoy más que nunca su eficiencia y su responsabilidad. Sería una tragedia que en medio de las actuales dificultades, ya sea por amedrentamiento, o por pereza, o por desaliento, o por irresponsabilidad, dejara de funcionar”.DesajusteJuan Carlos Echeverry, / Ex director de Planeación NacionalEste año hay que gastar en las elecciones y el próximo para garantizar la gobernabilidad del Congreso.
Así las cosas, llegarán 2009 y 2010 con una economía que no ha hecho un ajuste moderado y saludable y que se verá enfrentada a uno drástico y de choque.Cuenta regresivaJaime Caycedo / Secretario del Partido Comunista“Todo indica que Uribe se convierte en un gobernante incómodo para sectores dominantes en Estados Unidos que hasta ayer fueron sus aliados. Su aislamiento internacional y, sobre todo, la podredumbre entre la que trata de sobreaguar, son demasiado evidentes. ¿Empezó su cuenta regresiva?”.
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