José Vales Corresponsal El Universal Lunes 27 de abril de 2009
BUENOS AIRES.— En un nuevo paso en su estrategia de acumular poder, Rafael Correa, se convirtió ayer en el primer presidente en la historia de Ecuador en ser reelecto en el cargo al obtener 55% de los votos, según los primeros datos de boca de urna y los primeros votos computados.
El inédito triunfo para un presidente en primera vuelta, fue el resultado de “una abrumadora victoria”, según las propias palabras del mandatario desde su ciudad natal, Guayaquil, en el oriente del país. Una victoria que, según sus declaraciones, servirá para “avanzar y para cumplir con aquellos ecuatorianos que en estos años no pudieron ver mejoras pero volvieron a creer en el gobierno”.
En segundo lugar se ubicó el ex presidente (2003-2005), Lucio Gutiérrez, de la Sociedad Patriótica con 27% mientras que el empresario bananero Álvaro Noboa, del Partido de la Renovación Institucional de Acción Nacional (PRIAN), se quedó sólo con 9%.
“Mis primeras palabras son de profundo agradecimiento al pueblo ecuatoriano dentro y fuera de la patria porque hemos ganado abrumadoramente”, dijo un presidente eufórico desde el comienzo de la tarde, cuando ya los datos de boca de urna le iban otorgando una abrumadora ventaja.
En una jornada en la que todo transcurrió con normalidad, el oficialismo se quedó también con la alcaldía de Quito, en manos de Augusto Barrera, mientras que perdía por más de 32 puntos la estratégica alcaldía de Guayaquil, el motor económico del país, donde el socialcristiano Jaime Nebot se perfila cada vez más como un nuevo polo opositor junto con Gutiérrez.
Anoche, mientras los partidarios del oficialista PAIS, ganaban las calles de la capital y de las principales ciudades de Ecuador para celebrar el triunfo electoral, se aguardaban los resultados para legisladores, ya que de cómo quede la conformación del Congreso, también dependerán, en buena medida, los niveles de gobernabilidad de Correa.
Es la primera vez que el electorado ecuatoriano elige a un presidente en primera vuelta desde la recuperación del sistema democrático en 1979, algo que Correa destacó en su primer discurso como presidente reelecto anoche.
En las filas del gobierno esperan conquistar la mitad de los 124 escaños de la Asamblea Legislativa, algo que hasta el cierre de esta edición aún seguía siendo una incógnita, salvo en el conteo de boca de urna de la consultora Santiago Pérez, donde el oficialismo estaría conquistando 61 bancas. De confirmarse, el gobierno quedaría a dos bancas nada más de la mayoría absoluta, la que según el presidente “necesitamos para que no nos obstruyan nuestro gobierno como ya ocurrió” hace dos años.
La de ayer fue una nueva demostración del jefe de Estado y de su esquema, copiado del chavismo a fines de los 90 —y condición sine qua non en el socialismo del siglo XXI que él también pregona—, de acumulación de poder, ya que fue la quinta elección en un año y medio de gobierno. Gracias a un gran carisma personal, y a una gestión que privilegió los subsidios y las políticas sociales para los más pobres.
Pero ahora, con la rutilante victoria bajo el brazo, a Correa le esperan las demoradas medidas de corte económico para enfrentar los efectos de la crisis global, como son la caída en los ingresos de remesas externas (de los ecuatorianos que residen en el extranjero) y la caída de los precios petroleros.
Tiene cuatro años por delante para intentar cumplir con su agenda de un prometida transformación económica y social y, para evitar la tentación de una nueva reelección que le permita permanecer en el Palacio de Carondelet hasta 2017. Aunque pocos estimen que sea capaz de no caer en ella. Visite Tantra y Yoga >