El nuevo presidente advirtió que las cosas iban a empeorar antes de mejorar. Los argentinos ya viven esa realidad
Por Daniel Politi y Lucía Cholakian Herrera
Reportando desde Buenos Aires
Diciembre de 2023
En las últimas dos semanas, el dueño de un bar de vinos de moda en Buenos Aires vio cómo el precio de la carne se disparó un 73 por ciento mientras que el zapallito largo o calabacín que pone en las ensaladas aumentó el 140 por ciento. Un conductor de Uber pagó un 60 por ciento más para llenar el tanque de su auto. Y un padre dijo que había gastado el doble en los pañales de su bebé que lo que le habían costado el mes pasado.
En Argentina, un país sinónimo de inflación galopante, la gente está acostumbrada a pagar más por casi todo. Pero con el nuevo presidente del país, la vida se está complicando aún más rápido.
El 19 de noviembre, cuando Javier Milei fue electo presidente, el país ya sufría la tercera tasa de inflación más alta del mundo, con precios un 160 por ciento más altos que el año anterior.
Pero desde que el 10 de diciembre Milei asumió la presidencia y muy pronto devaluara el peso argentino, los precios han aumentado a un ritmo tan vertiginoso que muchas personas en este país de 46 millones de habitantes están haciendo nuevos cálculos para determinar cómo hacer que sus negocios u hogares sobrevivan con la crisis económica más profunda que ya se siente en el país.
“Desde que ganó Milei estamos todo el tiempo preocupados, nunca pasamos por algo así”, dijo Fernando González Galli, profesor de filosofía de 36 años en un bachillerato de Buenos Aires.
Galli ha estado intentando gastar menos sin empeorar la situación de sus dos hijas, de 6 años y 18 meses. Para ello ha cambiado a una marca más barata de pañales y se apresura a gastar sus pesos argentinos antes de que su valor se desintegre aún más. “Yo cobro y voy a comprar todo lo que puedo”.
Nahuel Carbajo, de 37 años, propietario de Naranjo Bar, un bar de vinos de moda en la capital, dijo que, como la mayoría de argentinos, se había habituado a los incrementos regulares de precios, pero que esta última semana había sido mucho más extrema de lo acostumbrado.
Desde la victoria de Milei, el precio de un corte premium de carne que sirve Carbajo aumentó un 73 por ciento, a 14.580 pesos, o alrededor de 18 dólares por kilo; una caja de zapallitos de cinco kilos pasó de 6500 pesos a costar 15.600 y las paltas o aguacates cuestan un 51 por ciento más que a principios de diciembre.
“No hay manera que los salarios o los ingresos de las personas se adapten con esa velocidad”, dijo Carbajo.
Manuel Adorni, portavoz de Milei, dijo que la inflación era la consecuencia inevitable de al fin arreglar la economía distorsionada de Argentina.
“Nos han dejado plagados de bombas y de cuestiones sin resolver, que las tenemos que empezar a resolver”, dijo. “Indefectiblemente, vamos a pasar por meses de alta inflación”.
Milei advirtió a los argentinos que sus planes de reducir el Estado y replantear la economía iban a ser dolorosos al inicio. “Prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable”, dijo en su discurso inaugural y la semana pasada añadió que quería poner fin al “modelo de la decadencia”.
Durante años, la economía de Argentina ha estado sumida en las crisis, con inflación crónica, pobreza en aumento y una moneda que se ha desplomado. La agitación económica allanó el camino a la presidencia de Milei, un advenedizo en la política que, como economista y comentarista televisivo, pasó años fustigando contra los políticos que, afirmaba, eran corruptos y habían destruido la economía, a menudo para beneficiarse personalmente.
En la campaña electoral prometió aplicar una motosierra al gasto público y las regulaciones, e incluso en algunos mítines llegó a usar una.
Tras la victoria de Milei, los precios empezaron a acelerarse como resultado de la expectativa a sus nuevas políticas.
El gobierno anterior, de izquierda, había empleado varios controles de divisas complicados, subsidios al consumo y otras medidas para inflar el valor oficial del peso y mantener bajos varios precios clave de manera artificial, entre ellos la nafta o gasolina, el transporte y la electricidad.
Milei prometió revertir todo eso y no ha perdido el tiempo.
A los dos días de ocupar el cargo, Milei empezó a recortar el gasto público, que incluían los subsidios al consumo. También devaluó el peso un 54 por ciento, lo que puso el tipo de cambio gubernamental mucho más cerca de la valuación de mercado del peso.
Los economistas indican que dichas medidas eran necesarias para remediar los problemas financieros de largo plazo de Argentina. Pero también ocasionaron un tipo de penuria de corto plazo que se tradujo en una inflación aún más rápida. Algunos analistas han cuestionado la falta de redes de seguridad adecuadas para los argentinos más pobres.
En noviembre los precios aumentaron un 13 por ciento respecto a los de octubre, según datos del gobierno. Los analistas anticipan que los precios aumentarán otro 25 al 30 por ciento este mes. Y de ahora a febrero, algunos analistas prevén un aumento del 80 por ciento, según Santiago Manoukian, economista y jefe de Research en Ecolatina, una firma consultora.
Los pronósticos se deben en parte al aumento de los precios de gasolina, que del 7 al 13 de diciembre se incrementaron el 60 por ciento y tienen un efecto en cascada en el resto de la economía.
La devaluación de la moneda ha ocasionado un aumento inmediato de productos importados como el café, los electrodomésticos y el combustible debido a que su precio está en dólares estadounidenses. Por ejemplo, el día después de la devaluación, una suscripción mensual de Netflix aumentó un 60 por ciento, a 6676 pesos, es decir 8,30 dólares. También motivó a algunos productores nacionales, entre ellos agricultores y ganaderos, a elevar los precios para ajustarlos al aumento de sus propios costos.
Con una inflación crónicamente elevada, los sindicatos negocian a menudo aumentos salariales para intentar estar al día, sin embargo, con frecuencia esos aumentos acaban ahogados por las fuertes subidas de precios. Y los trabajadores informales, entre los que se encuentran las niñeras y los vendedores ambulantes, que constituyen la mitad de la economía, tampoco reciben esos aumentos.
Milei lanzó el miércoles sus siguientes grandes medidas para replantear al Estado y la economía con un decreto de emergencia que reduce de manera significativa el papel estatal en la economía y elimina un montón de regulaciones.
La medida prohíbe al Estado regular el mercado de alquileres de bienes raíces y establecer límites a los cargos que pueden realizar los bancos y aseguradoras a sus clientes; cambia las leyes laborales para que sea más fácil desocupar trabajadores y establece límites a las huelgas; también convierte las empresas del Estado en corporaciones susceptibles de privatización.
Muchos analistas legales cuestionaron de inmediato la constitucionalidad del decreto e indicaron que Milei intentaba subvertir al Congreso.
Luego del discurso, gente de todo Buenos Aires, como Jesusa Orfelia Peralta, retirada de 73 años, salió a la calle en un cacerolazo para mostrar su descontento.
Le preocupaba que los aumentos de precios ocasionaran que el cuidado de la salud fuera demasiado costoso para ella y su marido. A pesar de varios problemas de columna, dijo que no dudó en salir a la calle con su andadera para expresar su molestia en público. “¿Dónde más voy a estar?”, dijo.
Milei ha intentado desincentivar las protestas al amenazar con cancelar los planes de bienestar y multar a quien participe en protestas que obstaculicen las calles. Grupos de derechos humanos han criticado ampliamente este tipo de políticas por restringir el derecho a la protesta pacífica.
Por ahora, la mayoría de los argentinos intentan averiguar cómo hacer rendir el dinero en un ambiente que da la sensación de ser un curso difícil de economía y una carrera frenética para comprar antes de que vuelvan a subir los precios.
“Yo siempre digo que estamos en la universidad y todos los días damos un examen difícil, cada cinco minutos”, dijo Roberto Nicolás Ormeño, uno de los dueños de El Gauchito, un pequeño negocio de empanadas en el centro de Buenos Aires.
Ormeño dijo que había estado escudriñando en el mercado en busca de sus ingredientes y que casi cada semana cambiaba de proveedores, ya fuera porque los precios aumentaban demasiado o le ofrecían mercancías de menos calidad.
Intenta que sus clientes absorban demasiado del aumento de precios, dijo, aunque no sabe cuánto tiempo podrá sostenerlo. “Hay clientes que llevaban dos docenas, ahora llevan una docena”, dijo.
Marisol del Valle Cardozo, quien tiene una hija de 3 años, ha estado ajustándose el cinturón para que le alcance, compra marcas más baratas y sale menos. “Trato de bajar el tema del consumo del aire acondicionado, el tema de salidas”, comentó. “Prácticamente por ahí una vez por mes salgo. Antes salía cuatro, ahora salgo una”.
Cardozo, quien trabaja para un departamento de policía fuera de Buenos Aires, dijo que este año le aumentaron el sueldo, pero que ya no le alcanza. También conduce un Uber, pero dijo que los aumentos de tarifas no están al nivel de los precios de combustible.
A pesar de los desafíos, Cardozo expresó que seguía apoyando a Milei y que esperaba que sus políticas funcionaran.
“Yo creo que vivíamos antes en una fantasía”, dijo refiriéndose a los precios del combustible antes del aumento reciente. “Y si es necesario estos ajustes para poder salir adelante, me parece bien”.
Fuente: El Times.