El primer viaje cubre 2.298
kilómetros en ocho horas, tres veces menos que antes
De los dos primeros trenes,
uno llegó con retraso por culpa de la nieve
Trenes de alta velocidad en una estación de mantenimiento en Wuhan / STR (EFE) |
ElPais.com
Con la inauguración de la
línea ferroviaria de alta velocidad más larga del mundo, China espera haber
dado una imagen moderna de su transporte ferroviario, tras los escándalos y las
dudas sobre su seguridad que han asolado al sector en los últimos años. El
primer “tren bala” salió esta mañana desde Pekín rumbo a Cantón, en el sur del
país, coincidiendo con el aniversario del nacimiento del líder de la
revolución, Mao Tse-Tung.
Tras una ceremonia con
autoridades estatales, el primer tren que cubre el trayecto salió a las 09.00
hora local (01.00 GMT) desde la Estación Oeste de Pekín, y una hora después
partía en dirección contraria el primer ferrocarril desde Cantón a la capital.
El primer Pekín-Cantón fue puntual: cubrió el recorrido en 7 horas y 59 minutos.
Sin embargo, para el sentido contrario, Cantón-Pekín, periodistas chinos a
bordo del convoy aseguraron que llegó con una hora de retraso, al parecer por
nieve y hielo en los raíles que afectaron más a los trenes que llegan en horas
nocturnas al norte (con temperaturas de 17 grados bajo cero en Pekín).
El tren realiza 35 paradas.
Para cubrir la distancia entre la capital y uno de los principales polos
económicos del sur del país (2.298 kilómetros) se necesitan ahora ocho horas,
es decir, tres veces menos que los medios de transportes utilizados hasta ayer.
Pero viajar con una velocidad media de 300 kilómetros por hora supone un coste
mínimo de unos 105 euros para la segunda clase, lo que en muchos casos es más
de lo que cuesta un vuelo para el mismo recorrido (que supone un gasto medio de
entre 97 y 145 euros). Un asiento en la zona más exclusiva, el área VIP, cuesta
el equivalente a 360 euros.
La red más extensa del mundo
Las primeras líneas de alta
velocidad se estrenaron en China en 2007. Desde entonces, el país se ha dotado
de la red más extensa del mundo, al cubrir más de 8.000 kilómetros en 2010, una
cifra que el Gobierno prevé doblar antes de 2020, pese a los problemas de
corrupción y seguridad destapados en los últimos años. Aunque los primeros
trenes de este tipo se construyeron gracias al auxilio de tecnología
extranjera, con el apoyo de empresas como Alstom, Siemens y Kawasaki, Pekín
espera ahora afirmarse como líder en el sector, como demuestra su participación
en la construcción de la red de alta velocidad en Turquía y en Venezuela.
China, que según las
previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) se
convertirá en la primera potencia económica del mundo en 2016, apuesta por el
desarrollo del sector ferroviario para dar un nuevo impulso a su crecimiento,
que en el tercer trimestre se ha desacelerado. Pekín ha invertido unos 8.500
millones de euros en noviembre en infraestructura de transporte y un total de
61.000 millones en los primeros once meses del año, según la agencia Xinhua.
Antes de convertirse en adalid
del desarrollo, la alta velocidad necesita disipar las dudas sobre su
seguridad. En julio del año pasado, el choque entre dos trenes de alta
velocidad se saldó con 40 muertos y unos 200 heridos en Wenzhou (en la provincia
oriental de Zhejiang), cuando dos vagones cayeron desde el puente en el que
quedó detenido el convoy que fue embestido. La investigación oficial, sin
embargo, achacó a un rayo la responsabilidad de lo ocurrido y acabó con la
destitución de tres altos cargos. Aunque las autoridades aseguran que se ha
avanzado mucho en materia de seguridad, las dudas persisten. El diario oficial
Global Times citaba en su edición del miércoles a un responsable del régimen
que admitía los fallos del sistema pese a los esfuerzos realizados.